Foto: Radio Universidad de Chile
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Por: María Luisa Muñoz
Periodista, Docente Universitaria y Marketer de contenidos
Mucho se ha hablado de la ética del periodista. Desde
nuestros tiempos de estudiantes universitarios, los docentes hicieron su mayor
esfuerzo por educarnos sobre los valores que debemos llevar como bandera en el
ejercicio de esta noble labor.
No obstante, la grave crisis mundial que vivimos a causa de
la pandemia del coronavirus ha dejado al descubierto la conducta reprochable de
algunos profesionales de la comunicación que olvidaron la ética del periodista y los principios
fundamentales que rigen esta carrera: la veracidad y la objetividad.
Titulares amarillistas y videos sanguinarios han mostrado un
periodismo mercenario que solo busca beneficios económicos y que debe ser
castigado en estricto cumplimiento de tratados internacionales, leyes del
ejercicio profesional y códigos de éticas, en todo el mundo.
En esbirros se han convertido quienes perdieron la brújula
(o nunca la tuvieron) de la comunicación al servicio social, del sentido
educativo y de entretenimiento de los medios de comunicación a los cuales
algunos atribuyen, en su totalidad, el sentido sensacionalista de las noticias,
dejando de lado la responsabilidad del periodista en la morbosidad que imprimen
a sus textos.
¿Dónde quedó la obligatoriedad de consultar fuentes oficiales y confiables antes de divulgar informaciones a través de los medios y las redes sociales?
En el olvido. La inmediatez, como característica de la noticia, tampoco la primicia, deben ser prioridad por encima de la responsabilidad y la ética del periodista a la hora de informar.
Asumamos con ética cada palabra, cada imagen, cada audio. No
permitamos que el terrorismo, como uso sistemático del terror, se apodere de
nuestra profesión. No hay pandemia ni crisis mundial que justifique lo
contrario. Hagamos honor a la ética del periodista.